A esa dama que en mi alma
Dejó su marca sin marchar,
Porque me ha querido tanto
Sin nada a cambio reclamar,
A quien puede tumbar castillos
Usando solo su mirar,
A quien ha hecho en corazones
Mil sentimientos germinar,
A tí, otorgo este regalo,
Oh, dulce rostro angelical,
Pues no hay nada en este mundo
Que a tí se pueda comparar,
Ni ayer, ni hoy, ni mañana,
Igual a tí vas a encontrar,
Pues son intelecto y gracia
Los que en tí se hacen notar,
Y por eso hoy me pregunto,
Si es que hay divinidad,
Cómo un ángel de su estirpe,
A este mundo fue a parar.