Te bebía,
como quien bebe el aire
para no morirse.
Y tu amor caía,
del cielo incomprensible,
como una invasión de la luz
que lentamente ocupa el cuerpo.
Toqué tu cintura,
y quise gritar,
abandonar la vista a la ceguera,
para no ver el final de tu figura.
[Mi pulmón es una jaula que te elige para el aliento,
no es que precise el oxígeno, no.
Es que el aire sin ti se siente incoloro y sin propósito.]
m.c.d.r