Mangata, estigma de quimera y plata, que sólo en piel azabache quieres verte acunada,
Vereda de dioses de amor, de locura y de palabra,
Que no te han trazado pasos, tan sólo la mirada,
Mirada de sol blanco, sin velo ni campana,
que sola estás sin huella, que nada puede dejarte mellada.
Oh, Mangata, estigma de quimera y plata, que me llevas por aguas que nunca han sabido de voz ni de rabia.
Camino de candente azogue, sin paz para tus sábanas,
que poco callan las estrellas si pies fríos besan tu falda,
Cuerdas férreas para mis dedos, más que de piel, porcelana, que pasean su melodía sobre tu noche cerrada.
¡Ay, Mangata! Estigma de quimera y plata, que no saben en el cielo las nubes de su crimen cuando te guardan.