La luna me desnuda sin clemencia,
mi piel arde al roce de tus manos,
el encaje cede, se rinde, se rompe,
me arranco el pudor con cada beso,
soy incendio que se ofrece a tu boca,
aunque sé que tu nombre me condena,
lo grito jadeando contra tu pecho.
El vestido se vuelve polvo en tu mirada,
mis senos tiemblan buscando tu lengua,
me abro sin permiso sobre tu cintura,
la lujuria reclama su trono en mi vientre,
cada gemido es puñal y salvación,
mi espalda se arquea pidiendo castigo,
la penumbra me hace tuya sin remordimientos,
soy tu amante prohibida y tu ruina.
Tu saliva me escribe como tinta maldita,
tus dedos me desgarran la cordura,
y me entrego, hambrienta, a tu sombra.
Soy piel abierta que se estremece en tu mordida,
soy humedad que clama por tu carne,
cada embestida me arranca el alma,
cada jadeo me ata más al abismo.
No hay inocencia, ni cielo, ni absolución,
sólo el eco sucio de este deseo,
tus labios tatuados en mis muslos,
y el temblor que me hace perder el nombre.
He pecado mil veces contigo en silencio,
y aun sabiendo que arderé, regreso,
porque en tus brazos la culpa se vuelve gloria.
Tu boca arranca de mí la cordura,
tu lengua es blasfemia que adoro.
Me visto de encaje para que me lo arranques,
me tiembla el cuerpo al saberme tuya.
Prohibido es este amor, corrupto, lujurioso,
pero en tus ojos la luna se derrite,
y mi voz se quiebra entre gemidos.
Soy la amante que nadie confiesa,
la mujer que goza de su condena,
la que se abre al filo de tu deseo,
la que muere y renace cada vez que me tomas.
MAQUIAVELICA