_Incipiens_

Separados por un Velo

Esperando el beso prometido,
se me descuelga el corazón
por el tiempo perdido:
un pestañeo,
un latido.

Ando escaso de paciencia.
Nada regresa a mí de vuelta.
Dos palomas,
en su vuelo,
no se encuentran:
el infinito de por medio.

En el imperturbable pasado
quedaron, atrás,
nuestras almas de enamorados,
regalando al presente
deseos informes.

No te dije te quiero;
mis labios no se movieron.
Tus manos tampoco
buscaron mi consuelo.

Las lunas pasaron,
sin descanso,
como si hubieran ocho
en vez de una.
Ahora solo queda
una espina en el pecho.

Nuestras ánimas ascendieron
al empíreo,
atravesando lo eterno
sin rozarse los dedos,
separados por un velo.

Todavía le rezo
a la diosa Fortuna
para que, algún día,
nos reúna de nuevo.

Rubén Romero Toledo © 2025 todos los derechos reservados