El hombre está frustrado en el invierno
pues la flor plantada a crecer se niega
su furia crece mientras más la riega
mientras priva de sol a su yo interno.
Desea que se aprecie su belleza
y vean cómo florecen sus pétalos
pero evita observarse en los espejos
sin conocer su ser, se paraliza.
Le susurra esperando una respuesta
carente del sentido de sus pasos
trémulos ante las sombras del mundo.
Se rechaza a sí mismo, ya no afronta
y tan solo observa a los artesanos
risueños y a él con un intento absurdo.