Nelaery

Peripecias del hada Titania (IV)

 

 

Los últimos éxitos de Titania se propagaron por todo el verde orbe forestal, a pesar sus antiguas inseguridades que todavía seguían incomodando su interior. Titania comprendía que debía esforzarse un poco más para superarlas.

Sobre esta circunstancia propia estaba meditando cuando una mañana, por medio de los elocuentes trinos de Gerencio, un colorido ruiseñor mensajero, recibió la convocatoria del Gran Alerce, el árbol más longevo del lugar y, a la par, gran patriarca del bosque, para comunicarle el acaecer de un nuevo y terrible incidente: “El Corazón Helado\" provocado por el Mago Kaldurio; el cual estaba resentido por haber sido excluido de la Asamblea General de Magos Sabios, como sanción por el mal uso de sus artes en contra de la naturaleza.

Este mago había proferido un terrible conjuro que congelaba las emociones y la calidez de todos los seres vivos, convirtiendo sus corazones en piedras volcánicas, inertes y frías.

Ocurrió que las risas se extinguieron, emergieron antiguas rencillas y los abrazos se convirtieron en espinas agudas. Los cantos de los bardos se volvieron aún más insoportables y carentes de toda emoción lírica.

El Gran Alerce, con su tronco rígido por la frialdad del ambiente, le explicó a Titania que su magia característica era la única esperanza que podría salvarlos.

Por sus experiencias anteriores, Titania comprendía que sus buenas artes por sí solas no serían suficientes y decidió emplear una estrategia diferente para combatir el embrujo.

Este plan seguiría diferentes pasos.

Por la mañana acudió al claro donde los rapsodas solían ensayar sus estridentes cantigas y, viendo que estaban adormecidos e indolentes, les recordó que la finalidad de su talento también integraba el relato de las antiguas gestas para que las nuevas generaciones no olvidaran el legado histórico de sus ancestros. Y, claro, aprovechó para contarles la historia de su cómica primera caída, llena de torpeza y desdicha, provocando en ellos las primeras risas que hacía días que no se escuchaban en el bosque. Éstos se sintieron más animados y motivados.

Luego se sentó a la sombra del Gran Alerce a quien acompañó durante toda la tarde, con el fin de traerle a la memoria algunas historias sobre los pequeños sucesos cotidianos que ella presenciaba cada día en el Bosque Nevado.

El venerable árbol comenzó a sentir su habitual y cálida energía en el interior de su milenario tronco, y pronto empezó a sonreír de nuevo  imbuido por este buen ánimo, contagiando su espíritu a los demás árboles y plantas del Bosque Nevado.

Poco a poco, Titania fue sintonizando su propio sosiego y armonía con todo el hábitat. Las emociones volvieron a emerger de forma natural y a llenar de contento el lugar.

Con este renovado ambiente de júbilo, los gnomos reanudaron sus reuniones alrededor de su acostumbrada y ritual hoguera para escuchar las narraciones de los hechos más hilarantes que habían protagonizado algunos habitantes del boscaje.

La compañía optimista de Titania se extendió por el frondoso verde corroborando que su sana disposición por sí sola era capaz de transformar lo negativo en algo positivo.

No nos hemos olvidado del Mago Kaldurio. ¿Qué sucedió cuando vio que la buena sintonía había regresado al bosque?.

Continuando con su empeño de fastidiar el entorno, empezó a usar nuevos sortilegios y triquiñuelas, sin éxito alguno. Resignado, y viendo que éstos eran estériles ante el nuevo buen ambiente general que retornaba a la floresta, optó por recoger todos sus bártulos maléficos, abandonando el bosque enfurruñado y sintiendo el peso de la humillante derrota.

Los bardos cantaron esta nueva hazaña de Titania, elogiando el calor que su buen corazón había irradiado sobre los demás, deshaciendo así el hielo que había congelado y alterado el habitual ritmo del lugar.

Los ánimos y la concordia retornaron a los habitantes de este bosque tan amigable y confortable para todos.

Y el astro Sol volvió a caldear la vida cotidiana, gracias a la mediación acertada de la casi menos torpe hada Titania.

 

 

 

*Autores: Nelaery & Salva Carrion