Con una existencia inconducente,
grisácea, plana, a veces apesadumbrada;
Con un entorno de desconocidos sueños
invento, en el interludio de las tardes,
poemas que no van a ningún lado;
Versos estilando pequeñeces;
Vida estancada en los albores
de un post modernismo
manchado por la ansiedad
de un “no sé qué”…
Son voces desconocidas,
que chapotean
en mi hoja blanca,
imponiendo una métrica encriptada
de sinrazones, omnisciente,
dominada por la escritura existencial.
Es el instinto y no la razón;
Es la necesidad estomacal y no la mente;
Es el sortilegio y no la dialéctica,
que trabaja en silencio,
sobre mis sueños;
Es el alba de los días inventados,
por una poesía, que ha madurado
en el quehacer de largas semanas.