Oye, Jesús mi ruego,
que en tus manos pongo mi destino,
en el éxtasis sumido,
sabiendo que existes según lo percibo...
Hoy, mi amor te deposito...
creando oraciones con sencillez y decoro,
desde mi corazón adentro,
buscando el arco iris de tu cielo prometido...
En este día limpio,
no existe un trabajo mejor empleado,
Hijo de carpintero,
que laborar en tu fiel acercamiento...
Vente conmigo,
¡oh Jesús!, a este lugarejo poético,
y con gozoso respeto,
te dejo como regalo este escrito...