Sus ojos puestos en mi
Los vientos recuerdan su nombre
Y su triste despedida,
Sus labios llenos de amor
Su mirada de ternura perpetua, llenas de una eternidad de sueños.
Y por ello no vale la pena soñar,
Algún día me entenderé en la marea de mis dudas
Algún día de flores amarillas, en una canasta de miradas.
Huiré del lugar de los sueños
Olvidaré que alguna vez ame, porque nunca me miró,
Olvidaré la pena del amor, porque nunca lo tuve.