En la oscura y fría soledad,
mi cuerpo yace bajo sábanas
que, como tierra de cementerio,
intentan calentar mi corazón,
carcomido,
pero vibrante
de ansiedad nocturna.
Busco la paz para cerrar los ojos,
olvidar mi día a día.
Bendita la noche húmeda y tranquila
para quienes cierran los ojos con facilidad
e imitan la calma de un cadáver
que descansa sin pensar.
Mi mente, en cambio,
es devorada por gusanos de pensamientos en vano,
historias que no llegan a la realidad.
Sufro en silencio, enterrado vivo,
sin poder gritar, sin poder llorar.
Solo quiero descansar,
no tengo penas que me atormenten,
solo mi mente que me hace anhelar
la tranquilidad de la muerte.
Dormir con un rostro inmóvil,
con la paz de un ceño sin disturbios,
sin frustrar mi descanso.
Estoy muerto en vida,
triste y solo,
contemplando el techo
cual vampiro en ataúd,
callado, inmóvil,
añorando solo dormir.