Bébeme como un vino
Estoy sentado, solo,
rodeado de campo, bulla y silencio.
El día se desangra en sus últimos colores
y tu ausencia arde
como una herida interminable.
El viento, ese viajero inagotable,
pasa rosando mi rostro,
me arranca recuerdos,
me devuelve cenizas,
y en su rumor siento
el peso inagotable de la soledad.
Mañana olvidaré el ayer,
los meses perdidos,
el tiempo ido;
pero no olvidaré este vacío
que carcome mi pecho
como un fruto que nunca madura.
Los árboles dejan caer su tesoro:
las frutas se pudren en la tierra
antes de alcanzar las bocas hambrientas.
Solo unas pocas, luminosas,
logran llegar a su sabio destino
y entregan su respiro a la vida.
Así es la rueda de la vida,
la estación que nos consume:
todos nacemos para entregarnos,
y a todos nos llega la muerte.
Y yo, en esta tierra de sombras,
seguiré esperando el instante
en que alguna acerque sus labios
y me beba como un vino
largamente cuidado en silencio.
Autor: Fabio Bohórquez Rodríguez.
Registro No. 13-148-98.*
Dirección nacional de derechos de autor.