CARRERA SIN PAUSA
En la radio suena un huayno viejo
y yo, que no bailo desde los trenta,
muerdo el volante con la vista fija
en un semáforo que no cambia nunca.
una doña con bolsas me hace señas,
la llevo —aunque no va lejos—
me habla de su hijo preso y de dios,
y me deja callado, mirando el retrovisor.
alguien me pita como si el mundo se acabara,
pero yo ya no corro por correr,
he aprendido que llegar
es también saber cuándo parar.
la ciudad me pasa por los costados,
como un río que no se detiene,
y yo, en mi apuro tranquilo,
sigo manejando para no pensar demasiado.
© Corazón Bardo