Me siento como un gusano enrollado,
muerto,
sin alas ni colores,
sin saber si algún día seré mariposa
o solo comida de pájaros.
La gente dice que todo es cuestión de tiempo,
que la vida es metamorfosis,
pero yo aquí, hecho espiral,
parezco más un fideo frío
que un milagro de la naturaleza.
Río para no llorar,
porque es chistoso
descubrir que mi capullo
es solo mi cama desordenada
y que mi grandeza,
por ahora,
es seguir respirando
en esta versión enrollada de mí.