Golpe al silencio
Sonriendo siempre va donde camina
y dentro, lleva en peso un gran infierno:
su vida es escabrosa y clandestina,
mas carga un sufrimiento que es eterno.
¡Quién fue ese escarabajo o golondrina
que pudo hacer con ella un ruin gobierno!
Con lágrimas responde la inquilina,
sus ojos ya no ofrecen nada tierno.
Mas deja revelado tal resquicio
de aquel que un día fuese techo y sombra,
hundido en el desdén y el maleficio.
De ahí, que se acorrala por el miedo
a nunca hablar de él, que ni lo nombra;
afirma, solamente, yo no puedo...
II
Se cree, que quien vive en tal sentido
es alguien maltratado, sin piedad.
Por tanto, quien se atreve a esa crueldad,
también debe pagar por lo ocurrido.
¡Qué triste es ver el daño transcurrido,
cual trauma psicológico a mitad:
insomnio, depresión y ansiedad,
y toda libertad que se ha perdido.
El mundo de esta forma es ilusorio,
se ve y se nos escapa de la vista,
tallando de repente el dormitorio.
Así, que quien espera y quien resista,
al tiempo de luchar en lo notorio,
tendrá la vida misma por conquista.
Samuel Dixon