El temor es un fantasma
que aparece y que te asusta
y oscurece tus entrañas
enredándote en las brumas.
Es un puente derribado
que te corta los caminos,
que te impide dar un paso
y te sientes muy perdido.
El temor es responsable,
un misterio que inconcluso
va atrapando cada tarde
aunque veas los absurdos.
Es la noche clandestina
que se oculta en sus marañas
soportando las espigas
que punzando van el alma.
El temor es como piedra
que obstruyendo va el sendero
que hace que los seres teman,
inclusive, dar un beso.
Es la misma telaraña
que atrapando va a su presa,
lo conmina y lo desgarra
y en silencio más aterra.
El temor paralizante,
impide que tú camines
y entonces, ya no hay avance,
y buscas un escondite.
¿Cuándo el miedo siempre suma?
Suma cuando el que es muy diestro
la conciencia manipula
y apabulla con el muerto.
El temor es cobardía
si cobardemente atrapa
el impulso hacia la dicha
y la libertad negada.
Y es también como la espada
porque tiene doble filo:
«Unas veces él te salva
y otras veces mueres vivo».