Esther Martín Beltrán

Romance del Caballero Execrado

¡Ay del sendero maldito!

¡Ay del sendero maldito!

Que por él van los valientes

y por él van los proscritos.

 

Por la calzada romana

que hollaron césares muertos,

camino como Trajano

entre vítores y yerros.

 

¡Siempre criticado! ¡Siempre!

¡Siempre criticado! ¡Siempre!

Como Séneca en su exilio,

como el Cid en su destierro.

 

Brindo por Catón el Joven

que eligió la muerte honrosa,

brindo por la sangre noble

que no acepta vida ociosa.

 

¡Siempre vivida! ¡Siempre!

¡Siempre vivida! ¡Siempre!

Esta vida de combate

que el pusilánime no entiende.

 

Que digan los escribanos

de mi vivir licencioso,

yo sigo cual los hispanos

que murieron valerosos.

 

¡Siempre disfrutada! ¡Siempre!

¡Siempre disfrutada! ¡Siempre!

Como Alejandro en su copa

antes de cruzar el puente.

 

Por las decisiones nefandas

que el senado vitupera,

alzo mi copa de Flandes

como hiciera Celestina.

 

¡Ay del sendero maldito!

¡Ay del sendero maldito!

Que por él van los que osan

desafiar lo prescrito.

 

Brindo por Viriato el lusitano,

por Numancia la rebelde,

por todo aquel castellano

que su honor jamás se vende.

 

¡Siempre criticado! ¡Siempre!

¡Siempre vivido! ¡Siempre!

¡Siempre gozado! ¡Siempre!

Hasta que la Parca llegue.

 

Que escriban los cronistas

de mi andanza temeraria,

yo seguiré por las pistas

que dejó la estirpe aria.

 

¡Alzad copas, hidalgos!

¡Alzad copas, hidalgos!

Por quien vive como vive

aunque le cuesten los cargos.