De siempre por la vida yo he buscado
de amor su bendición;
pero el, de forma ingrata se ha escondido
como se esconde el sol.
Soñando en mis poemas encontrarlo,
voy de su luz en pos;
pensando que talvés alguna tarde
me brinde su fulgor.
En vano por incómodos senderos
búscandolo me fui;
queriendo de su encanto grande lumbre,
con ansia muy febril.
El céfiro divino de su aliento
jamás puedo sentir;
y toda la ternura que destila
el aleja de mi.
He sido de su encanto prisionero,
mas siempre esquivo fue;
negándome sus vinos deliciosos
bordados de placer.
Por eso concluyendo mi jornada,
no quiero ya creer
que amor es de la vida quinta esencia;
¡pues solo lo soñé.
Aníbal Rodríguez.