LOURDES TARRATS

Playa desierta

Él,

con pisadas fuertes, torpes,

rompía las olas del mar

antes de que tocaran la orilla,

como quien quiere domesticar el agua

como quien teme el encuentro,

encerrado en su propio eje.

Su cuerpo era un muro sin grietas,

y su voz, una linterna apagada

dando vueltas sin destino.

Sin saber que la oscuridad también observa.

 

Yo,
arena bajo esas fuerzas,
permití que su peso
desdibujara mis formas

como quien cede para crecer en secreto.
Me expandí tanto, tanto,
que olvidé mis propios límites
y dejé las playas desiertas.

 

Sus pasos se fueron,
pero el recuerdo quedó hundido,
como marea sin luna,
repitiendo su nombre
en la voz de las caracolas rotas.

Ahora soy arena que se eleva

cuando alguien se acerca,

un litoral sin mapa,

una orilla que dejó de soñar con el mar,

porque se convirtió

en paisaje que habla con el viento.

 

No fui orilla esperando,

fui arena que pensó.

Y al dejar de soñar con el mar,

descubrí que el viento

también sabe escuchar.
—L.T.