La vida no siempre avisa,
a veces sorprende con lluvia,
otras con un sol que quema,
y muchas con un silencio
que nos obliga a escucharnos.
No todo lo entendemos,
pero cada paso que damos
abre un sendero invisible,
un mapa que sólo se dibuja
cuando el pie se atreve a avanzar.
El destino no se corre,
se alcanza con paciencia,
porque lo que es para ti
tiene raíces tan hondas
que ni la tormenta más dura
puede arrancarlo de la tierra.
El dolor enseña a valorar,
la alegría enseña a agradecer,
y entre ambos se va escribiendo la historia
que llamamos existir.
Cada error nos moldea,
cada acierto nos ilumina,
y hasta el tropiezo
se convierte en parte del camino.
Confía:
ni una lágrima cae en vano,
ni una sonrisa nace sin motivo,
ni un encuentro es casual,
ni una despedida carece de sentido.
Todo tiene su tiempo,
todo tiene su razón.
Y aunque el sendero parezca incierto,
aunque la neblina oculte el horizonte,
recuerda:
la vida siempre sabe
hacia dónde llevarte,
y lo invisible de hoy
será la certeza del maña