Lore Cruz

VINDICTA

Le escribo a lo que amaba,
a lo que él amó:
muerta entre los vivos quedó.

No lo espero en esta vida,
ni en la plaza,
ni en el parque,
ni en aquella habitación
donde sus demonios
se visten de misa.

Mi honra llora su infamia;
mi nombre,
                /claustro de su boca/
enmudece en los recuerdos,
en el humo del cigarro,
                /lento verdugo a su razón/
en la desobediencia a su madre
               /peregrinación del amor/
en la tertulia de su locura,
                 /monólogo del licor/.

No le temo a la noche,
ni al reproche de las camas
en las que no estuve.
Le temo a su nombre
           /vaticinio de dolor/
al pronunciarlo,
la casa se agrieta,
la sombra se parte,
y mi voz...
                     por fin respira.


Lore Cruz
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