Muchos se han ido debajo de los túneles
donde las siluetas pierden sus sombras.
Otros huyeron con desatino
por laberintos de autopistas de azufre.
La delgadez del vacío impertinente
se deshace
ante la premonición de un nombre.
La artesanía de la espera emerge
con aire de cedrón.
Bendito el verso que te acerca.
Bendito el poeta que no emigra
ahora que la eternidad de tu amor
ha huido.