Si las cosas fluyen,
el río encontrará su cauce,
y aunque las piedras interrumpan,
el agua siempre hallará la manera de pasar.
Si las cosas fluyen,
la vida se acomoda,
el dolor se transforma en enseñanza,
y lo que parecía imposible
termina encontrando un lugar en el tiempo.
Confía,
porque nada permanece estático:
la tormenta no dura,
la tristeza no es eterna,
el camino siempre cambia bajo nuestros pasos.
Si dejas que fluya,
la duda se volverá claridad,
el miedo se volverá coraje,
y el silencio, respuesta.
Todo lo que hoy pesa
mañana será liviano,
porque el universo sabe
cómo equilibrar lo que somos.
Si las cosas fluyen bien,
todo va a salir bien,
porque la vida misma
tiene su propio lenguaje,
y quien aprende a escucharla
descubre que, tarde o temprano,
el río siempre llega al mar.
Y cuando mires atrás,
entenderás que cada tropiezo
fue parte del equilibrio,
que cada demora
tenía su sentido oculto,
y que nada se perdió,
solo se transformó en camino.
Por eso, suelta el miedo,
confía en el fluir de la vida,
porque cuando el corazón se alinea con el tiempo,
la vida responde con claridad.
Y entonces sabrás:
todo, absolutamente todo,
estaba destinado a salir bien.