Oscar Albanecich

  LLAMADA

Tocado por Huestes invisibles

bebí el Kosmos para hallar la candela

que rueda entre los pasos.

Me reconocí viajero del silencio;

jardinero de rosas sin abrir;

siervo del espíritu infinito;

lazarillo de tormentas insondables.

Me reconocí reflejo de un sol desconocido;

me vi pequeño,

me vi adentro y afuera;

me vi luz y sombra.

ángel y demonio,

guerrero pacificador;

soñador de signos transparentes y profundos

que surcan la conciencia

del logos colectivo.

 

Tocado por las huestes invisibles,

me reconocí nada y todo,

lluvia eterna y sin azares.

 

Movido por el aire largo y blanco,

saqué a danzar mi sol de espuma

ahora y para siempre.