No importa la hora,
el día,
el eclipse,
ni la distancia.
Ella lo quiere siempre.
Él la quiere,
y la quiere a su lado suyo,
sin juramentos,
sin prisas,
sin celos.
Él la quiere con risas,
sintiendo,
bailando,
en mil y una posturas,
desatada,
incondicional.
Ellos se quieren,
queriéndose como quieren ser queridos.
Así,
sin más,
sin menos.
Solos.