Franjablanca

Platos rotos

Ya le dije a la rutina

que se olvidase de menda

y le pedí a Mesalina

que me anotara en su agenda

para darme en una cita

sus besos con sacarina

si alguna vez resucita.

Son líneas que amantes trazan

por el suelo cuando danzan

al compás de rancios tangos

con pies manchados de fango

si las olas los alcanzan.

 

Volví por aquellos bares

a pagar los platos rotos

que dejaron mis avales

en las mesas de los otros

que se colgaban medallas

por derribar las murallas

entre ellos y nosotros

con falsos puntos finales.

Y pulsé el interruptor

para apagar las bombillas

de los focos del clamor

encallados en la orilla.

 

No le firmo un armisticio

al huésped de las esquirlas

que sobresale del quicio

de los sueños que me birlas;

y, de la misma manera,

no le saco la bandera

de la paz al magnicidio

del corazón en desuso

desde que quedó sin pulso

después de la primavera.

 

No me apuntes a la nuca

con tus besos de fogueo

ni te creas que me creo

que la pasión no caduca

cuando se muere el deseo.

Fisuras del verbo amar

que reabren las heridas

de las promesas hundidas

al llegar la pleamar.

 

Con la cera que nos arde

y la llama que flamea,

nos quemaremos en balde.

Por mucho que el tiempo farde

de ser eterna la tea,

el presente es un cobarde,

el futuro nos tantea

y el ayer será muy tarde

para acabar la tarea

de desvestir a los santos

que se pusieron de canto

cuando subió la marea.