Conocí a una belleza,
que sueña con ballenas;
lleva en la sangre y en pensar
el ritmo eterno de la mar.
Su memoria se abstrae,
en recuerdos que atrae;
de un tiempo en que fue sirena,
con voz de espuma y de arena.
Tiene un alma curativa,
su mirada es tan viva;
profunda, sincera y clara,
corazón puro declara.
Cuando la miro jugando,
su cabello danzando,
me siento feliz de ser hombre,
y confesar su hechizo en mi nombre.
Como el mar, el alma resuena,
con ritmo que filtra y ordena;
sanar, permitir, perdonar,
como las olas al regresar.
Me siento en la roca, paciente,
esperando el instante presente:
que la sirena surja del río,
y cante su canto, al que sigo.