Luis P. Rodriguez Flores

Para mí amada

En la parte más astral del universo resonó el eco de un lamento.

Una agonía susurrante en la inmensidad de la nada.

¿Qué podría ser?, se preguntaba. ¿Acaso una partida…?

O tal vez el último adiós de un amor marchito.

Al fin y al cabo… ¿qué más da? Si el  tiritar de las estrellas escondía una voz, un llamado susurrante que gritaba tu nombre:

“Tanto te he pensado”, se escuchaba,

“tanto te he amado”, repetía,

y era tanta la ironía que ella ya no le creía.

“¿Cómo poder confiar ti?” se repetía,

“si la mancha que has provocado es más grande que la de Júpiter”, exclamaba.

Oh, mi amor perdido, cree en lo que digo:

amarte será mi castigo, porque sé que te he perdido.

La sombra de la noche adormecía su destino;

lo que yacía era sólo la amargura de su presencia.

Cada palabra ahogada,

cada sonrisa falsa,

era sólo una larga despedida.

No pude decirte que me iba, pues valor no lo tenía; así que por tu bien el exilio será mi ruina..

Y alejada de la tuya,

será mi condena, haberte perdido sabiendo que fuiste  mía.

Oh amada mía, que la luz de las estrellas ilumine tu camino; que, aunque ya no esté junto al mío.

Sonreiré por haberte tenido.

Luz de Flores