Eres mi diámetro en una circunferencia,
mi punto exacto cuando todo gira sin control.
El centro de mis ejes,
el equilibrio entre mis extremos,
la constante que da sentido a mi caos.
No hay raíz que me acerque tanto a lo que busco,
como tú,
mi coordenada segura
en este plano lleno de incógnitas.
Cuando mi mente se dispersa en ecuaciones sin fin,
tú apareces como un teorema perfecto,
resolviendo sin esfuerzo
el problema que soy.
Tus palabras son vectores que me dirigen,
tus gestos, simetrías que dan forma a lo abstracto.
Contigo, hasta el vértice más lejano
parece estar cerca de casa.
Aun cuando todo tiende al infinito,
tú me contienes.
Eres el límite al que siempre tiendo,
el valor que nunca quiero derivar.
Y si un día el mundo se fragmenta
como una gráfica discontinua,
yo sabré que estuviste
en cada trazo de mi función,
en cada punto donde la razón
se convirtió en emoción.