LITURGIA DEL INCENDIO
Tu piel despierta el hambre de la llama,
se abre la noche en labios encendidos,
la sed recorre lenta, nunca acaba,
ardiendo en los pliegues de tus latidos.
La sombra se deshace en tu cintura,
la luna se desnuda en tu gemido,
mi lengua es un puñal que se aventura,
cazando en tu temblor eso prohibido.
Tu vientre es tempestad y desvarío,
mi boca es un relámpago que muerde,
yo te abro como se abre al mar el río,
y el goce en tus rodillas se me pierde.
Tus uñas me desgarran, sangre ardiente,
me bebes, me devoras en tu abismo,
y caigo en la frontera incandescente
donde tu piel es templo y es bautismo.
Eres raíz de sal, furor de espiga,
yo soy la voz que muere en tu locura,
tu cuerpo es la sentencia que castiga,
mi aliento es el relámpago que dura.
Y al fin nos consumimos sin frontera,
dos cuerpos que en su incendio se eternizan,
y el mundo se derrumba en tu cadera,
mientras nuestros silencios se deslizan.
JUSTO ALDÚ © Derechos reservados 2025