En la oscuridad, un gato negro;
sus ojos amarillos lo delatan.
Sigiloso en su andar,
vigila y maúlla con tristeza al caminar.
No lo confundas con el mal:
suficiente tiene ya,
desterrado,
condenado a vivir en soledad.
Garras preparadas
por si la vida decide tentar,
moviendo todo de lugar.
Seis almas ya han volado.
Es su pelea;
a la gente le trae sin cuidado su entrega.
En las sombras,
una alargada silueta se posiciona;
suena una dentellada…
surgen nuevos ojos,
igual de amarillos.
Rubén Romero Toledo © 2025 todos los derechos reservados