alicia perez hernandez

¡Quédate!

¡Quédate!

Quédate conmigo aprendamos juntos lo que no sabemos

Y si nos equivocamos volvemos a empezar.

¡Quédate! Vamos a escribir una nueva historia de amor juntos.

Empecemos de nuevo, vamos a dejar atrás todo aquello nos robó

Estabilidad y confianza, empecemos siendo sinceros.

Me dolió que borraste los poemas del inicio de nuestra historia,

Además tenían una fecha muy significativa para los dos. ¡Perdón!   

Me asusta pensar que te vas, ¡sí! porque es tu costumbre irte.

Quisiera creer que lo que escribes es en serio, para quedarme

para amarte como solo yo sé amarte con la carne, alma y espíritu.

Amas la perfección y eso lo valoro, pero la vida no es perfecta.

te esmeras en todo lo que haces y no le das tiempo al amor.

Yo también he cometido errores, y eso nos ha llevado a viajar juntos

pero bajamos en diferente estación, subamos juntos al mismo tren sin miedo.

Hay temor y dudas y eso nos separa, tú eres más tímido que yo,

Yo soy más abierta, y cuestionó que te escondes y te enfadas fácilmente.

Atrévete a ser tú, yo nunca he ocultado este amor y soy franca,

Tal vez de más porque algunas veces te he ofendido, tú también a mí.

Yo necesito que me cuides, que me quieras, que me hagas reír,

Como antes jugábamos y era tan fácil reíamos por tonterías.

¡Quédate! Aprendamos uno del otro cómo se debe amar, si no sabes

Yo te enseño, y los dos vamos creciendo y madurando para conocernos.

Ya voy de paso por esta vida, y me gustaría irme feliz si vas junto a mí.

¿No sabes las veces que pensado ha valido la pena quedarme cerca de ti?

Lo irónico es que tu no has estado viajamos juntos en distintas vías.

¡Quédate! Viajemos juntos en el tren de la vida, y bajemos en la

¡Misma estación y aprendamos juntos a decir te quiero y te necesito!

¡Yo quiero que emprendamos juntos un nuevo camino, amándonos!

Alicia Pérez Hernández… México

No es la pluma la que escribe, es el alma

Todos los derechos reservados© 

Cuántas veces, amor, te amé sin verte y tal vez sin recuerdo,
sin reconocer tu mirada, sin mirarte, centaura,
en regiones contrarias, en un mediodía quemante:
eras sólo el aroma de los cereales que amo.

Tal vez te vi, te supuse al pasar levantando una copa
en Angola, a la luz de la luna de Junio,
o eras tú la cintura de aquella guitarra
que toqué en las tinieblas y sonó como el mar desmedido.

Te amé sin que yo lo supiera, y busqué tu memoria.
En las casas vacías entré con linterna a robar tu retrato.
Pero yo ya sabía cómo era. De pronto

mientras ibas conmigo te toqué y se detuvo mi vida:
frente a mis ojos estabas, reinándome, y reinas.
Como hoguera en los bosques el fuego es tu reino.

Cuántas veces, amor, te amé... (soneto XXII) Pablo Neruda