En el gran circo de esta era digital,
donde el honor es hashtag y el valor
moneda de cambio sin un real,
sustentos de verdad sin rubor,
más los políticos desfilan con fulgor.
Llega el primero, el \"Visionario Fiel\",
con su traje de marca y verbo hueco,
promete un paraíso de pastel,
pero solo construye un gran enredo,
en síndrome de estafa
Su verdad es de alquiler, su pacto, un truco,
dice: \"¡liberaré, al Pueblo amado, de enemigos!,
subiré los impuestos con fervor
para daros después, en un ritual,
lo poco que nos quede como favor\".
Y el pueblo aplaude, ciego a su dolor,
mientras la \"Dama Férrea de la Ley\",
que defiende el pasado más rancio
y el futuro más preciado, en un
discurso, que es el eco del viejo rey,
pero oculta la mano, con cansancio,
que firma el contrato de su expansión.
Clama: \"¡Orden y patria, sin fisuras!
que el que piense distinto pague un precio,
pues mis ideas son firmes, son seguras,
aunque el pueblo me mire con desprecio.
¡La historia nos da siempre un buen pecio!\".
Y el \"Joven Mesías\" con su pelo en llamas,
que vende rebeldía en mangas de camisa,
y al grito de \"¡Basta ya de dramas!\",
conquista en las mentes más sencillas,
una revolución, pues, de sólo unas migajas.
\"¡El sistema es la farsa!\", grita ufano,
y mientras cobra su sueldo sin pudor,
critica al \"burgués\" con firme mano,
pero duerme en una mansión de gran valor.
Hipocresía envuelta en arrebol,
se alían y se odian, en la pantalla,
se tiran barro, usan el engaño,
la lealtad es un arma que estalla
cuando el rival les promete un escaño.
El poder es el único rebaño, y
el votante, que siempre es el de abajo,
el que paga la fiesta y el champán,
mira el desfile, triste su trabajo,
sabe que al fin de cuentas no le dan
más que migajas, humo y un refrán:
“La bolsa o la vida, dicen sin dudar,
y toman las dos sin ningún reparo”.
El político actual sabe robar
con arte, en verso o prosa, claro,
y al final, siempre gana Don Dinero,
que nunca quiere votar.
Moraleja: la ley, la que le va a juzgar, ya la preparó con dilación sincronizada para que el paso del tiempo le sirva de coartada.
Discúlpenme si les he ofendido, pues yo creo que me he excedido, mi fuerte no es la sátira, ¿o no?