D. Méndez

Si, lloro mucho

Sí, lloro mucho.

Principalmente en las noches,

cuando la ciudad se apaga

y solo queda mi voz rota

resonando contra las paredes.

 

Sí, lloro mucho.

En la madrugada,

cuando todos duermen

y yo sigo despierta,

ahogada en insomnio,

sin poder cerrar los ojos

porque mi mente no descansa.

 

Sí, lloro mucho.

En las mañanas,

hundida en mi cama,

mientras afuera la vida sonríe,

y yo solo observo, inmóvil,

como si la felicidad

fuera un idioma

que olvidé aprender.