No hace falta que me alcances: llama, yo bajo…
así es el amigo sincero, sin intereses ni resabios,
el que no necesita antesalas ni invitaciones caras;
él se contenta, se siente bien al abrazarte ipso facto.
No importa si pasaron mil lunas o tres cumpleaños,
ese te quiere como si el tiempo no hubiese pasado.
Cuando te acuerdes de mí, no lo pienses tanto: Solo llama, yo bajo.