La muerte fue fría y no la merecía ,
abajo sucumbía el aprendiz de narco .
Traficaba con todo, él no consumía,
pero fue poco ,lo que duró su trono.
La plata que ganaba solía repartirla,
para ropa ,para comida y arriendo.
Así era el feliz, regalando esperanza,
para la niña una muñeca, de trapo.
Y a su madre un hornillo y cazuela,
y poder cocer ,el sancocho o bizcocho.
Un humilde ranchito de tejado de enea.
Y le dieron plomo en el barrio de arriba ,
un tiro en el hombro ,el otro en la pierna,
resbaló con su sangre ,por la verde ladera.
Presurosos con armas y una moto lo remato,
en la cuneta y el tiro de gracia en la cabeza.
Fría la muerte del aprendiz de narco carajo.