JUSTO ALDÚ

EL ODIO, MAS ANTIGUO QUE LA ARENA

«Y vi subir del mar una bestia que tenía siete cabezas y diez cuernos.»
Apocalipsis 13:1

EL ODIO, MAS ANTIGUO QUE LA ARENA

 

Renace el monstruo de siete cabezas,

vomita fuego y metralla.

Devora sueños y oraciones.

Aliento, humo;

lengua, látigo;

sonrisa, geometría del infierno.

Escupe sufrimiento de hombres.

A lo lejos

antorchas que iluminan la noche.

Madres abrazan sombra de hijos,

abuelos se tornan polvo,

niños, gorriones sin cielo.

La bestia sonríe; arde el infierno.

Ángeles tiemblan tras estrellas.

Ninguna plegaria detiene trueno,

ningún templo contiene gemido.

Sube Belcebú, su trono de desdicha,

ojos que queman huesos de niños,

odio más antiguo que la arena.

Grito en mis adentros.

El cielo de Gaza se parte en llanto,

sangre fundida en polvo,

el pan se trueca en ceniza.

La patria perdida.

La paz entumecida.

En lontananza su murmullo es poesía.

Lo último perdido,

lo último que sangra:

esperanza de un mundo mejor,

el que se espera,

el que aún se sueña

aunque la noche parezca eterna

y el amor florezca cada día.

 

Las matanzas enardecen
como fuego en las montañas
al mirar como perecen
muchos niños allá en Gaza.

Las espinas más florecen
con la tierra ensangrentada
y no se desaparecen
si punzando van el alma.

¿Dónde está ese rey divino?
Esa siempre es mi pregunta,
si ese Dios está escondido

cuando el Diablo más asusta.
¿Dónde está su omnipotencia
hoy que abunda la demencia?

Freddy Kalvo.

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