¿Cómo te digo?
Tengo miedo que te vayas porque eres muy impulsivo,
Inconsciente, orgulloso y temperamental, si me haces daño no resistiré.
Ya te he llorado mil lagrimas y el reloj de mi corazón lo reciente.
Si me acostumbro a ti… Y luego te vas, me moriré ¡te lo juro!
¡No me emociones por fa! Si nunca fuiste mío, ahora te quiero mío.
Tú eres especial en mi vida. Marcaste un antes y un después.
Después de ti ya nada fue igual, lo que vivía eran fantasía,
Con la que viví y soñé todos estos años.
Te envolví de amor, de besos, sueños, y pasiones pecaminosas,
Te hice un todo en mi vida, justo como si vieras conmigo, me levantaba
Y te saludaba en la foto, que tengo tuya, te enviaba besos, te preguntaba
¿Cómo estás? Me llevaste a la locura. Soñé muchas veces con dormir
contigo abrazada a tu cuerpo y que no fuera un sueño, cuándo despertará!!
Si te piensas ir, por favor vete ahora, ¡sí! Vete ahora, porque mi corazón
no soportaría perderte… aunque nunca fuiste mío, quiero que lo seas !ahora!
¿Me tienes ilusionada, espero que no me dejes caer al suelo de tu olvido?
Yo no te elegí, te eligió mi corazón ahí; has estado todos estos años.
¡Te amo, te vuelvo amar, todos los días que digo tu nombre!
No quiero soñar y despertar vacía, tan vacía como me dejaste la última vez.
¡Cuídate por mí! Date cuenta que vivo y muero por ti. ¡Perdón!
No me mientas… ya no puedo con eso, ¡te lo juro!
¡Si, lo dices en serio en tu poesía eso me devolvió el valor a la vida y en ti!
Alicia Pérez Hernández… México
No es la pluma la que escribe, es el alma
Todos los derechos reservados©
Reto
Si porque a ante tus pies me postro
como un esclavo rendido
y una mirada te pido
con temor, casi con miedo;
si porque ante ti me quedo
extático de emoción,
piensas que mi corazón
se va en mi pecho a romper
y que por siempre he de ser
esclavo de mi pasión;
¡te equivocas, te equivocas!
fresco y fragante capullo,
yo quebrantaré tu orgullo
como el minero las rocas.
Si a la lucha me provocas,
dispuesto estoy a luchar;
tú eres espuma, yo mar
que en sus cóleras confía;
me haces llorar, pero un día
yo también te haré llorar.
Y entonces, cuando rendida
ofrezcas toda tu vida
perdón pidiendo a mis pies,
como mi cólera es
infinita en sus excesos,
¿sabes lo que haría en esos
momentos de indignación?
¡Arrancarte el corazón
para comérmelo a besos!
Julio Flórez Roa