Ella, la que borda en oro mis palabras, con su piel canela calcina mis alas, y sus ojos de miel, dulces caravanas; es luna de plata en mis madrugadas claras.
Ella, viajera de un cometa errante, se detiene en mi mundo de sueños vibrantes; vestida de rojo, danza elegante sobre la lira íntima de pensamientos flamantes.
Su aroma persiste, fragancia sagrada, como brisa de rosas en la mañana dorada; y en cada destello su ser me reclama: es diosa oriental lejana, es misterio, canto, baile y llama, como una flor de magma con toques de Iris y aroma de lava.
-Adahí Miranda.