Con disposición humilde,
veo la ermita de la Virgen de Etxaurren,
¡qué hermoso paisaje!
con su pulso de fe latiendo en el aire...
Tan místicamente,
que mi corazón celebra que la cante,
y su consuelo me vierte,
con tanto amor y desvelo constante...
Hoy, inefablemente,
desde mi regocijo sencillo y simple,
la cito con renombre...
¡Ave María!, tan pura como la nieve...
Que de tu gracia mi espíritu se reviste,
y en buena vibra trasciende,
hacia tu llama para siempre fulgente,
y en Aiala, venerarte...