D. Méndez

Funeral de un amor

Entendí que dolía,

entendí que no había camino atrás,

pero también entendí que sentir era válido,

que llorar era necesario.

 

¿Pero a quién le lloraba

en este funeral silencioso,

cuando este amor llevaba

dos meses muerto?

 

Cada lágrima era un eco vacío,

una despedida sin testigos,

y yo, atrapada entre recuerdos,

aprendiendo que algunos finales

se sienten antes de tiempo.