Antes, todo era sombra y silencio,
las horas se arrastraban pesadas,
y los sueños parecían prisiones
de un tiempo que nunca se movía.
Antes, los ojos miraban sin ver,
los labios callaban por miedo,
y cada gesto era apenas un eco
en un mundo que parecía indiferente.
Pero luego…
un acto, tan pequeño como un suspiro,
una decisión que parecía insignificante,
un instante donde elegiste actuar
y todo se rompió en pedazos de luz.
Después, la sombra huyó
y el silencio se llenó de canto;
los muros caídos se convirtieron en caminos,
y lo imposible comenzó a bailar con lo real.
Después, comprendí que el universo
no espera, pero responde;
que cada acto tiene su eco
y cada gesto puede cambiar vidas,
como un faro que despierta la marea
y hace renacer incluso al que no lo esperaba.
Antes y después:
dos mundos separados por un instante,
dos realidades unidas por la fuerza
de tu elección, de tu coraje,
de lo que decides hacer cuando nadie mira
y todo puede volverse eterno.