He borrado poco a poco las huellas del pasado y aceptado que en mi vida tú pasaste sin vestigios. Por lo tanto nunca exististe.
Y es que no vale la pena ni siquiera recordar si fuimos uno solo labrando ese errático destino que se difumino en versos y distancias.
Esos versos furtivos, dolorosos clandestinos, cual incipientes palabras que se fueron contigo. Y se quedaron contigo y vivirán contigo
Es tarde ya…
No te permitas escarbar en los rincones de tu alma.
Solo fuimos un borroso ayer. Boleto de una vía, gastado y tirado a la basura, sin espacios ni tiempos ni reproches, pero con la distancia adecuada que me permite no verte ni saber nada de ti.
Quédate ahí…
En el sitio que escogiste como tu verdad y tu guarida inexpugnable. Ese lugar que un día elegiste como cierto, sin importar momentos, o tal vez, que se yo, uno que otro sentimiento. Y que dejó en el olvido aquellas cuatro letras que hoy no expresan lo que siento.
Cierra tu puerta y tu ventana. Y guarda en silencio tu saludo bajo llave, pues siendo sincero.
¡No te conozco!
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Rafael Blanco López