Perla de luna,
resignada a nunca ser esposa,
del agua estrella...
en destellos de oro y esmeralda...
Siempre bella,
tocando el alma sin tocarla,
desde tu lejanía...
¡Qué pura me resulta tu caricia!
Vale la pena,
tu saber dar, sin pedirme nada,
de forma expansiva,
como el agua sobre la piedra...
¡Ay, mi perla luna!
que eres eso, si: la noche pura,
ved a mi figura,
cómo se refleja en tu laguna...