El envío del navío escuchado, centenar,
viene arrastrado desde lo hondo del mar,
hacia la corriente lejana que nombra
el misterio profundo que al mundo asombra.
Salado el destino perdido en un sueño,
dulce el fruto ganado cuando eres dueño
de la voluntad que al hombre levanta,
la que en sudor su fortaleza canta.
Fiel destino del que lucha y merece,
del dolor templado el alma que crece;
ya no se escuchan murmullos vacíos,
solo resuenan trabajos bravíos.
Fiel acero forjado bajo presión,
la amalgama eterna de toda canción.
Cruel torrente, maestro severo:
lo que sigues te hará más sincero.