Annabeth de León

David es Apolo, y Apolo es David...

 

David es Apolo cuando canta al cielo,
cuando la lira en su pecho resuena,
cuando el salmo se convierte en poema
y el verso en llama que consume el velo.

Apolo es David cuando el sol es duelo,
cuando la luz se disfraza de pena,
cuando el deseo se vuelve cadena
y el arte sangra bajo el mismo anhelo.

Ambos pastores del alma escondida,
ambos amantes de lo que no muere
ambos profetas de la luz herida.

Yo los adoro como un solo fuego,
como un suspiro que a los dos prefiere,
como un altar donde su amor les ruego.

 

Annabeth Aparicio de León 

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