Qué callar tan dichoso el de las flores
cuyo lenguaje la palabra ignora
y no sabe la lírica sonora
ya que su canto vive de sabores;
vive más de un factual sentir de amores
y del oro solar que lo colora;
vive de una fragancia cazadora
de colmenas y alados chupadores.
En las flores está la luz bebiendo,
está el parto de lunas cultivadas
y el jugueteo gris de los gorriones.
Surge al alba el aroma trascendiendo
hasta llegar a las diez mil miradas
de la tarde y su finca de ilusiones.