Muy cerca en la encrucijada
yo vi en el azul del cielo
escrito con mucho anhelo:
¡Qué dicha cuando ella está!
Y vi que en el horizonte
tras árboles se ocultaba
el sol que me preguntaba:
¿Y cuándo un beso te da?
Aquella pregunta inquieta
rondaba en mi pensamiento
y dije, con sentimiento:
¡Pregúntele si la ve!
La espera se hizo propicia
la noche se hizo lejana
también la nueva mañana
cuando a solas, desperté.
Y así llegó el nuevo día
el sol salió nuevamente
y entonces, muy de repente,
venía directo a mí.
¡Yo no podía creerlo!
El gozo fue de inmediato
ya no era solo un retrato
y hasta sus brazos… ¡corrí!
Me dijo con el abrazo
que regresaba contenta
y entonces, de nueva cuenta,
mi labio pronto besó.
Y el sol con brillo oportuno
se fue extendiendo en el valle
iluminando en detalle
el dulce beso que dio.
Y el sueño con esa luna
nacido en la encrucijada
era el alma enamorada
sin presencia de un gurú.
Y esperaba yo algún día
con la nueva luna llena,
expresarle: ¡sabes nena,
que mi luna hoy eres tú!