Clavadas en una eternidad líquida.
Las agujas del reloj se han detenido
Ausencia preñada de llanto.
¿Qué poder tiene el dolor para desatar tal quebranto?
Murmura a mi oído la fiera parca… No entiendo.
Fría voz que me eriza la piel,
pronto sofocada por el retumbo de gemidos
multiplicados como estrellas.
No hay paño que enjugue las lágrimas,
ni palabra que ablande el duelo.
Solo tiempo. Solo tiempo… que no llega.