Si Newton levantara la cabeza
y viera cómo caen desde el cielo
tus letras salpicando la maleza,
diría que son manzanas en el suelo.
Si Sigmund Freud resucitara un día
sabría que con tus versos de diseños
se queda confirmada la teoría
capaz de interpretar todos los sueños.
Si te leyeran Shakespeare y Quevedo
volviendo un solo instante a ser humanos,
dirían: nos podemos ir sin miedo;
las letras han quedado en buenas manos.